Recientemente estuve en una boda donde se casaba una persona cercana a mi. En un momento de la celebración el juez civil que los casaba le pidió al novio que se arrodillara, tomara la mano de la novia, y besara lentamente el anillo de compromiso que había puesto en la mano de ella, como símbolo del amor y del compromiso que se expresaba en ese momento. Y unos minutos mas tarde, ambos novios leyeron sus votos donde prometieron respetarse y amarse, en riqueza y pobreza, en salud y enfermedad, y ser fieles el uno al otro, hasta que la muerte los separe.
Entonces, una pregunta vino a mi cabeza: ¿Que es lo que hace que un matrimonio perdure al pasar del tiempo? ¿Es ese pacto hecho públicamente en medio de lagrimas, fuertes emociones y expresiones de amor entre los novios, lo que cimienta el matrimonio para que dure hasta que la muerte los separe?
De acuerdo a las estadísticas publicadas por la Oficina de Nacional de Estadísticas de la República Dominicana, la tasa promedio de divorcio en esta nación desde el año 2001 al año 2012 fue de un 41%, es decir, que 4 de 10 matrimonios en dicho período terminaron divorciados, y estas estadísticas solo consideran los matrimonios y divorcios registrados en las Oficialías del Estado Civil de la Junta Central Electoral, por lo que las mismas podrían ser mucho mayores si consideramos las uniones y separaciones de parejas que no están registradas en dichos registros administrativos.
¿Entonces? ¿Que es lo que puede asegurarnos que al pasar del tiempo no seremos parte de esas estadísticas y que podremos cumplir con las palabras expresadas en nuestras bodas donde nos juramos respeto, fidelidad y amor por toda la vida hasta que la muerte los separe?
En este año 2014 mi esposa y yo cumplimos 14 años de casados y debo admitir de que en nuestro tiempo de casados han habido momentos tanto para ella como para mi, donde hemos sentido frustración, enojo y dolor entre nosotros, y donde quizás hasta hemos considerado apropiarnos de esa salida tan popular y legal disponible en nuestra cultura para cuando dos personas se encuentran con “incompatibilidad de caracteres”. Pero, ¿que ha hecho que nosotros no terminemos siendo parte de esas estadísticas de divorcios tan creciente en nuestra sociedad contemporánea?
La respuesta es sencilla, Dios.
La única razón por lo que nosotros no hemos terminado divorciados, y a la vez, hemos podido superar nuestros momentos de frustración, enojo y dolor, ha sido porque ambos hemos decidido someter nuestras voluntades en obediencia a Dios. Ruth Bell Graham, la esposa del famoso predicador estadounidense Billy Graham, dijo una vez que “un matrimonio feliz es la unión de dos buenos perdonadores”, y los que hemos permanecido casados luego de la luna de miel sabemos que esto es verdad. Sin disposición a perdonarnos mutuamente, no puede sostenerse un matrimonio. Pero a la vez, dos buenos perdonadores no pueden existir al menos que ambos decidan morir a sus voluntades para seguir a Jesús y sus requerimiento para sus vidas.
Si usted y yo queremos matrimonios que perduren para toda la vida debemos trabajar en cimentar nuestros matrimonios en algo mas que nuestras propias emociones y deseos personales. Debemos fundamentar los mismos en la Palabra de Dios y dejar que el poder del Espíritu Santo obre en nuestras vidas de tal manera que seamos transformados para que no sean nuestras voluntades las que reinen en nuestro matrimonio, sino Dios mismo, quien es poderoso para sostener nuestra unión HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE.
Fuente:
(1) http://www.one.gob.do/index.php?module=articles&func=view&itemtype=11&catid=74
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