El Evangelio es un relato directo de testigos oculares. Decir que Jesús murió por nuestros pecados es decir que el testigo ocular que vio a Jesús colgado de la cruz comprendió que Jesús estaba llevando allí los pecados del mundo. Es decir, vio con sus ojos que no era la justicia del mundo lo que colgaba en la cruz del Calvario, sino la injusticia, la crueldad y la brutalidad.
Los dos jueces que juzgaron a Jesús, Pilato y Herodes, le hallaron inocente. ¿Por qué, entonces, estaba él colgado en la cruz? Fue la envidia, celos, odio y temor del liderazgo judío de entonces lo que le crucificó. Fue la codicia de su discípulo Judas, que le traicionó por treinta monedas de plata. Fue la cobardía moral de los seguidores de Jesús y de las masas judías. El pecado del mundo, en otras palabras, era visible a plena vista para cualquier testigo, ya fuera seguidor de Cristo, su oponente o un transeúnte indiferente. La cruz fue una demostración de que, aunque el pecado produzca algunos buenos resultados—plata, en el caso de Judas—, su última consecuencia es terrible. Es muerte.
- Vishal Mangalwadi, "El libro que dio forma al mundo: Como la Biblia creó el alma de la civilización occidental", (Grupo Nelson, 2011), 270.
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