¡Con qué facilidad nos impresionamos con nosotros mismos y nuestra propia y exagerada importancia, mientras buscamos tontamente nuestra identidad en nuestra oficina o en nuestra posición en la iglesia! ¿Dónde estábamos nosotros cuando Dios creó a Su iglesia? ¿Si vivimos, respiramos y servimos, no es porque le place Él?
Qué absurdo es pensar en nosotros como instrumentos de Dios para hacer a los hombres y mujeres santos... y pensar en que la redención del género humano ha sido puesta en manos humanas.
Jesús dijo: "Yo edificaré mi iglesia". Esas inequívocas palabras deberían colocarse en la entrada de cada iglesia en todo el planeta.
Charles Colson, Being the Body, Thomas Nelson (2004), p.43
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