Las personas que van al infierno lo hacen por haber rechazado a Jesucristo, el único remedio para su perdición. No porque hayan sido creados para el infierno y predeterminados para ocupar ese lugar. El sendero que lleva a la condenación es el sendero recorrido por el corazón no arrepentido de aquel que rechaza la persona y provisión de Jesucristo y opta por permanecer en su pecado.
John MacArthur, Comentario de 2 Pedro 3:9, La Biblia de Estudio MacArthur, Portavoz (2004)
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