“Cuando Dios quiso vencer al pecado, su arma principal fue el sacrificio de su propio Hijo. En el día de Navidad, hace dos mil años, el nacimiento de un diminuto bebé en una oscura aldea en el Medio Oriente, fue el triunfo supremo de Dios. El triunfo del bien sobre el mal.”
7 de diciembre de 2012
Las personas que van al infierno lo hacen por haber rechazado a Jesucristo, el único remedio para su perdición. No porque hayan sido creados para el infierno y predeterminados para ocupar ese lugar. El sendero que lleva a la condenación es el sendero recorrido por el corazón no arrepentido de aquel que rechaza la persona y provisión de Jesucristo y opta por permanecer en su pecado.
John MacArthur, Comentario de 2 Pedro 3:9, La Biblia de Estudio MacArthur, Portavoz (2004)
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