T.M. Moore nos expresa una excelente respuesta a esta pregunta en su escrito “The Paucity of Prayer”.
Les comparto un párrafo de su reflexión:
Porque no estamos naturalmente inclinados a orar. Para los cristianos de hoy en día nos es difícil sostener una conversación con el reino invisible. Somos criaturas del aquí y del ahora con una tendencia a involucrarnos principalmente en aquellas cosas que podemos ver, oír, oler, saborear o tocar. Somos el producto de nuestra era secular, y aunque sin duda reconocemos la existencia de un reino invisible, y creemos en Dios y en Jesucristo, y entendemos que Cristo está en estos momentos exaltado a la diestra del Padre, a pesar de creer y confesar todo esto, nos es difícil interactuar con él. La mayoría de nuestras oraciones se ofrecen en entornos estructurados -nuestros devocionales diarios, antes de cada comida, durante la adoración en nuestras iglesias, y así sucesivamente. Las principales actividades de nuestras vidas están segmentadas en actividades que no parecen prestarse a la obra de la oración, por lo que consideramos la instrucción de Pablo a "orar sin cesar" como una especie de hipérbole espiritual, más que un objetivo a perseguir.
1 comentario
Muy bueno, gracias por compartirlo!
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