Extracto del sermón predicado por José (Pepe) Mendoza el pasado domingo 19 de Febrero del año 2012. El texto base es Joel 1-2, y el sermón puede ser descargado aquí:
Si hay algo que el Señor deplora es la indiferencia. El Señor no responde ante la indiferencia, ni ante la desazón del alma. Nosotros no encontramos a Bartimeo el ciego clamando: “!Jesús hijo de David ten misericordia de mi!” como para que el Señor pase indiferente delante de él. El Señor detuvo a la multitud y escuchó a Bartimeo que clamaba a pesar de que todo el mundo le decía que se calle.
El Señor estuvo atento a pesar de que todo el mundo lo apretaba cuando una mujer dijo: “si tan solo tocare el borde de su manto yo voy a ser sana”, porque había pasión en su corazón. Ella no era indiferente. Ella no estaba en una esquina dentro de la multitud diciendo “Pobre de mí que estoy enferma. Ahí va el Señor, pero esta bien… está bien... moriré con mi enfermedad. Pero por lo menos lo vi de lejos.”
¡No! “Si tan solo tocare el manto… Si tan solo tocare el manto”.
Entendamos esa realidad. El Señor no puede tener a su alrededor una multitud indiferente.
El pecado mas grave del pueblo de Dios es su indiferencia ante la realidad de su propia circunstancia. Cuando no estoy clamando al Señor a la altura del drama que está viviendo mi propia vida, porque tengo miedo, porque soy indiferente, o porque simplemente ya no lo siento en mi corazón, esto se debe justamente al pecado que se encuentra en mi propia vida que esta obstruyendo mi relación con Dios y la claridad sobre la realidad de mi propia alma.