“Dios envió a su Hijo como respuesta al problema del pecado, no sólo como un ejemplo de bondad moral o para enseñarnos cómo vivir, sino para sobrellevar el juicio por el pecado prometido en Génesis 3, a fin de que pudiéramos vivir en una relación restaurada con Dios para siempre”.
Dave Harvey, “Cuando Pecadores Dicen Acepto”, Shepherd Press (2010), p. 20,21
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