Yo no sé si tiene que ver con que mi papá tenía la costumbre de premiarnos cuando sacábamos buenas notas en la escuela, o si es que he traído el bagaje heredado de la tradición católica romana a mi relación con Cristo, pero de seguro que me ha tomado tiempo entender, que la razón por la que Dios escucha mis oraciones, y por la que decide acercarse a mí, no tiene nada que ver con algún mérito mío, mi justicia o mi santidad, porque ni soy justo ni soy santo (por lo menos por mi cuenta). Sino sola y exclusivamente por los méritos obtenidos por Jesucristo en su vida perfecta aquí en la tierra, y porqué Él pagó el precio que me correspondía a mí pagar por mis pecados, al morir en mi lugar en la cruz.
Por mucho tiempo pensé que yo era justo. De hecho, desde que me convertí al cristianismo pensé que mis obras justificarían la bendición y bondad de Dios sobre mi vida, ¡pero que tonto he sido! ¡Nunca ha sido por mí! ¡Ha sido solo por Jesucristo, su vida, muerte y resurrección!
En el día de ayer escribí una canción donde le expreso a Dios mi reconocimiento de la mugre de pecaminosidad que mora en mi vida, y de cómo sé que solo por los méritos de Jesús, soy recibido en su regazo, para ser sanado por EL, a pesar de mí.
Y entonces poder decir, al igual que Martín Lutero, que soy “Simul Justus Et Peccator”
La comparto con ustedes.
Si no pueden ver el link para escucharla aquí, pueden oírla aquí.
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