Pero, ¿qué fue lo que les indujo a adorar? Porque ni era sobresaliente la Virgen, ni la casa distinguida, ni cualquier otra de las cosas que vieron eran aptas para sorprenderles o atraerlos. Más sin embargo, no sólo adoraron, sino que también "abrieron sus tesoros", y "ofrecieron regalos”, no como a un hombre, sino como a Dios. Porque el incienso y la mirra eran un símbolo de esto. ¿Que fue entonces lo que les indujo a salir de sus casas y recorrer tan largo camino? Fueron ambas cosas, la estrella, y la iluminación de Dios forjada en sus mentes, guiándolos poco a poco hacia el conocimiento más perfecto.
- Juan Crisóstomo (c.347-407), la homilía sobre Mateo 2:2
Sobre la llegada de los sabios
13 de enero de 2011
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