“Una noche, alrededor de la medianoche, mientras mi esposa y mis hijos estaban durmiendo en el otro lado de la casa, estaba navegando por los canales del cable en la TV cuando me encontré con un número 900. . .. me decidí a llamar al número, completamente a sabiendas de que eso estaba mal. Después de escuchar a una chica en una grabación por unos cuatro o cinco minutos, escuché una puerta abrirse en mi casa. Ante el temor de que ser descubierto por mi esposa o por uno de mis hijos, rápidamente colgué el teléfono. Yo no sabía que el número 900 al que había llamado tenía un mínimo de diez minutos de consumo y una función de rellamada automática si menos de diez minutos habían transcurrido en la llamada telefónica. En consecuencia, el teléfono de mi casa sonó y mi esposa lo tomó en la extensión del dormitorio. Ella contestó la llamada y fue recibida por la seductora voz de una centerfold joven hablando de lo que le iba a hacer al hombre de sus sueños dentro una tina caliente. Mi esposa me llamó y me dijo: "¡Oye, es para ti, es tu puta!" y cerró con seguro la puerta del dormitorio. A la mañana siguiente, humillado, le pedí perdón a mi esposa y a Dios. La confianza es lo suficientemente dificil para construirse en un matrimonio, pero es tan fácil de derribarse.“
Este desprevenido hombre no estaba buscando activamente una oportunidad para canjear años de confianza matrimonial por unos momentos de insatisfacción en placeres ilícitos. La oportunidad vino a llamar a su puerta. Eso es lo que hace nuestro caminar de pureza en el día de hoy tan desafiante. El pecado está a la puerta de nuestras vidas. Se está convirtiendo cada vez más difícil no abrirle la puerta - incluso para el pueblo de Dios.
Tomado del artículo “THE LAND IS FULL OF ADULTERERS” por Jim Cecy.
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