“Si la vida surgió por accidente la consecuencia ineludible, ante todo lo demás, es que no puede haber un significado ni un propósito para la existencia. Esta consecuencia es el talón de Aquiles de la creencia atea. Porque las personas en particular, y las culturas en general, anhelan un significado en la vida. Pero si esta es producto del azar, resulta que hemos escalado los peldaños de la evolución solo para encontrar que arriba no había nada.”
Ravi Zacharias, El Fin de la Razón, Editorial Vida (2009), p.40
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