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¿De quién es la gloria?

“Pues quiero que sepáis, hermanos, que el evangelio que fue anunciado por mí no es según el hombre. Pues ni lo recibí de hombre, ni me fue enseñado, sino que lo recibí por medio de una revelación de Jesucristo. Porque vosotros habéis oído acerca de mi antigua manera de vivir en el judaísmo, de cuán desmedidamente perseguía yo a la iglesia de Dios y trataba de destruirla, y cómo yo aventajaba en el judaísmo a muchos de mis compatriotas contemporáneos, mostrando mucho más celo por las tradiciones de mis antepasados. Pero cuando Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien revelar a su Hijo en mí para que yo le anunciara entre los gentiles, no consulté enseguida con carne y sangre, ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo, sino que fui a Arabia, y regresé otra vez a Damasco.

Entonces, tres años después, subí a Jerusalén para conocer a Pedro, y estuve con él quince días. Pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo, el hermano del Señor. (En lo que os escribo, os aseguro delante de Dios que no miento.) Después fui a las regiones de Siria y Cilicia. Pero todavía no era conocido en persona en las iglesias de Judea que eran en Cristo; sino que sólo oían decir: El que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en un tiempo quería destruir. Y glorificaban a Dios por causa de mí.”

Gálatas 1:11-24 (La Biblia de las Américas)

Esta mañana, mientas meditaba en estos versos de la Epístola de San Pablo a los Gálatas, venía una pregunta a mi cabeza: ¿De quién era la gloria por todo lo que había sucedido en la vida de Pablo?

¿Quién le revelo a Pablo el evangelio que el enseñaba?

¿Quién le apartó mientras aún estaba en el vientre de su madre y lo llamó por su gracia para que le sirviera anunciando el evangelio de Jesucristo a los gentiles?

¿Quién tuvo a bien revelarle a Jesús a su vida?

¿Quién hizo el cambio tan drástico en la vida de este hombre, que lo transformó de ser un perseguidor y asesino de cristianos a convertirse en un predicador y apóstol de la fe que en un tiempo el quería destruir?

El verso 24 nos dice de quien es la gloria por lo sucedido en la vida del apóstol:

- “Y glorificaban a Dios por causa de mí”

¡Qué diferencia existe entre la forma de ver la obra de Dios en la vida de las personas, entre los hermanos de las iglesias de Judea y nosotros (los cristianos de hoy en día)!

Cuando hoy en día vemos a un predicador o ministro sanar a un enfermo, dar una palabra de profecía, o presentarnos un sermón que nos convence de pecado hasta lo más íntimo de nuestro ser, ¿a quién damos la gloria?

Cuando se nos invita a predicar la Palabra de Dios a un grupo de personas, ya sea en una casa, iglesia, hospital, escuela, o cualquier otro lugar, y las personas se nos acercan para hablarnos de lo tocados que fueron por nuestra ministración, ¿a quién damos la gloria?

Cuando vemos a nuestros pastores y líderes aconsejarnos a la manera de Dios, y maravillarnos con su conocimiento de la Palabra de Dios, ¿a quién damos la gloria?

¿Qué ha pasado con nosotros, los cristianos de hoy en día, que glorificamos tanto a los hombres y tan poco a Dios, como si lo bueno que sale de nosotros fuera producto de la obra realizada por nosotros mismos en nosotros, y no la obra misericordiosa de Dios en nuestras vidas?

Hermanos, la próxima vez que reconozcan los dones y talentos que tienen sus líderes, pastores y hermanos en Cristo, en vez de empezar a exaltarlos y gritar a voces lo grande y buenos que son, deténgase un momento, cierre sus ojos, levante sus manos y dele la gloria a Dios.

Es él quien ha producido en ellos tanto el querer como el hacer. Fue él quien los llamo de las tinieblas a luz. Es él quien les ha dado los dones y talentos que tienen para servir a su pueblo. Y es él quien nos ha llamado para ser imagen de su hijo y servirle aquí en la tierra, hasta que todos escuchen el evangelio de Jesucristo.

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