¡Hermano mío! Se acerca el día cuando el diablo despojará al pecado de todo su barniz y adornos, presentando aquel monstruo ante tu alma de tal manera que se turbarán tus pensamientos, se mudará tu rostro, tus rodillas temblarán, y tu corazón estará tan abrumado por el terror que si no fuera por la misericordia de Dios, estarías dispuesto a ahorcarte como Ahitofel y Judas, matando así tu cuerpo físico en la Tierra y ti alma inmortal en el Infierno. Entonces, debes mirar ahora el pecado desde la perspectiva que tendrás de él para toda la eternidad, la que te revelarán Dios, tu conciencia y Satanás en aquel día.
Thomas Brooks, Remedios Preciosos Contra las Artimañas de Satanás, Editorial Peregrino (2009), p42
En estos días he sido testigo de un acto que a mí entender muestra lo diferente que es el comportamiento de un verdadero cristiano de una persona religiosa. Una persona religiosa puede hacer todo lo externo que un cristiano hace, mas sin embargo, sin conocer a Dios (Mt. 7:21-23). Pero un verdadero cristiano refleja en su forma de vida que realmente ama a Dios sobre todas las cosas y a su prójimo como a sí mismo.
En este sentido, aquí va mi lista de lo que ser cristiano “no es”.
Ser cristiano NO es:
· Haber hecho una confesión de fe o una oración de salvación públicamente
· Levantar tus manos cada vez que te encuentres en un tiempo de alabanza y adoración
· Decir “Dios te bendiga” cada vez que te encuentres con alguien o te despidas de el
· Dar tu diezmo a una iglesia
· Decir “en el nombre de Jesús” o “amén” al cerrar cada oración
· Ir a la iglesia todos los domingos
· Mostrar una imagen de piedad a todos tus conocidos
· Escuchar música cristiana y ver programas cristianos en la TV
· Andar con tu Biblia debajo del brazo
· Orar antes de tomar cada comida
· Poner un pensamiento bonito y espiritual en tu Facebook
· Pegar un pececito en la parte trasera de tu automóvil
· Andar con una etiqueta, camiseta, o t-shirt, que diga “Jesus” o "soy cristiano"
· Poner un cuadro en tu oficina que contenga un verso de la Biblia
· Tener la biblia abierta en la entrada de tu casa
· Poner “Jesus” o “Cristo” como password en tu computadora
· Leer la Bíblia completa en un año
Todo esto pudiera más bien catalogarte como una persona religiosa (si no has conocido a Cristo) y no como una persona cristiana. Más sin embargo, un cristiano, de acuerdo a la Palabra de Dios, es alguien que tiene, entre sus muchas cualidades, las siguientes:
· Ha nacido de nuevo (Jn. 3:3,5)
· Se ha arrepentido de todos sus pecados (Lc. 5:32 /13:3,5)
· Encuentra en Dios la satisfacción de su vida (Jn. 6:35 / 7:37)
· Obedece a Dios en todos sus preceptos (Jn. 14:15,21,23-24 / Mt. 7:21)
· Ama a Dios más que cualquier otra cosa (Mt. 10:37 / 22-37)
· Permanece en Dios y en su palabra (Jn. 15:4, Jn. 8:31-32)
· Toma su Cruz y se niega a sí mismo (Mt. 16:24-25 /10:38-39 / Mr. 10:21 / Lc: 14-26-27)
· Tiene su mente en las cosas de arriba (Col. 3:1-3 / Mt. 6:33)
· Ora, confía y espera en Dios. No se afana ni está ansioso (Fil. 4:6 / Mt. 6:25-32)
· Trabaja en hacer a otros discípulos de Jesús (Mt. 28:19-20 / Lc. 14:13 / Jn. 20:21)
A Satanás le encanta navegar según los vientos prevalecientes, adaptando las tentaciones al estado e inclinaciones de cada uno. Si uno prospera, lo tienta a negar a Dios (cf. Pr. 30:9); si está pasando por dificultades, lo tienta a desconfiar en Dios; si le falta conocimiento, lo tienta a tener un bajo concepto de Dios. Si tiene la conciencia tierna, lo tienta a ser aún más escrupuloso; si la tiene endurecida, lo tienta a sentir una seguridad carnal. Si uno es valiente, lo tienta a la presunción; si es tímido, a la desesperación; si es flexible, a la inconstancia; si es rígido, a la impenitencia.
Satanás tiene numerosas maneras de destruir a grandes y honorables, sabios y eruditos, ciegos e ignorantes, ricos y pobres, y a los santos verdaderos y los nominales.
Durante un tiempo deja de tentarnos para que nos creamos seguros y bajemos la guardia; en otro momento parece huir para que nos enorgullezcamos de la victoria. Durante un tiempo fijará nuestra mirada en los pecados de los demás para hacer que nos envanezcamos; en otro momento nos hace fijarnos más en las virtudes ajenas que las propias para abrumarnos.
Thomas Brooks, Remedios Preciosos Contra las Artimañas de Satanás, Editorial Peregrino (2009), p25
A los soldados se les pide que pasen meses y años lejos de sus seres queridos, y pasan ese tiempo en los lugares más peligrosos de la Tierra. Por lo tanto, el regreso a casa es muy especial para ellos. Este video muestra algunos de estos momentos en que sorprendieron a sus seres queridos con su regreso. (Tengan a mano su caja de Kleenex).
Hoy, al cumplirse 10 años de nuestro matrimonio, quiero expresarte 10 razones por las que hoy te amo más que en aquel 15 de Abril del año 2000:
1. Por el ejemplo que eres para nuestros hijos.
2. Por la pasión que compartimos por gastarnos en alcanzar las almas para Cristo.
3. Por tu pelo, la forma como te ríes, tu cadera, y por como disfrutas comer.
4. Por tu entrega sin reservas a Dios y tú anhelo de ser una mujer santa, a la imagen de Cristo.
5. Por tu dedicación a la crianza de nuestros hijos.
6. Por tu confianza puesta plenamente en la providencia de nuestro Dios.
7. Por creer en mí y apoyarme sin reservas en el proyecto de negocio en que nos hemos embarcado.
8. Por ser mi balance y mostrarme cuando estoy camino a enredarme en los lazos de la pecaminosidad de mi corazón.
9. Por administrar sabiamente los recursos que Dios ha puesto en nuestras manos.
10. Porque tú me santificas.
¡Qué difícil es hallar
una esposa extraordinaria!
¡Hallarla es como encontrarse
una joya muy valiosa!
Quien se casa con ella
puede darle toda su confianza;
dinero nunca le faltará.
A ella todo le sale bien;
nunca nada le sale mal.
Sale a comprar lana y lino,
y con sus propias manos
trabaja con alegría.
Se parece a los barcos mercantes:
de muy lejos trae su comida.
Se levanta muy temprano,
y da de comer a sus hijos
y asigna tareas a sus sirvientas.
Calcula el precio de un campo;
con sus ganancias lo compra,
planta un viñedo,
y en él trabaja
de sol a sol.
Ella misma se asegura
de que el negocio marche bien;
toda la noche hay luz en su casa,
pues toda la noche trabaja.
Ella fabrica su propia ropa,
y siempre ayuda a los pobres.
No le preocupa que haga frío,
pues todos en su casa
andan siempre bien abrigados.
Toma telas de lino y de púrpura,
y ella misma hace colchas y vestidos.
En la ciudad y en el país
su esposo es bien conocido,
pues ocupa un lugar importante
entre la gente de autoridad.
La ropa y los cinturones
que ella misma fabrica,
los vende a los comerciantes.
Es mujer de carácter;
mantiene su dignidad,
y enfrenta confiada el futuro.
Siempre habla con sabiduría,
y enseña a sus hijos con amor.
Siempre está pendiente de su casa
y de que todo marche bien.
Cuando come pan,
es porque se lo ha ganado.
Sus hijos la felicitan;
su esposo la alaba y le dice:
"Mujeres buenas hay muchas,
pero tú las superas a todas".
La hermosura es engañosa,
la belleza es una ilusión;
¡sólo merece alabanzas
la mujer que obedece a Dios!
¡Que todo el mundo reconozca
los frutos de su esfuerzo!
¡Que todos en la ciudad
la alaben por sus acciones.
Proverbios 31:10-31
Biblia en Lenguaje Sencillo (BLS)
Además, como estimaron que no valía la pena tomar en cuenta el conocimiento de Dios, él a su vez los entregó a la depravación mental, para que hicieran lo que no debían hacer. Se han llenado de toda clase de maldad, perversidad, avaricia y depravación. Están repletos de envidia, homicidios, disensiones, engaño y malicia. Son chismosos, calumniadores, enemigos de Dios, insolentes, soberbios y arrogantes; se ingenian maldades; se rebelan contra sus padres; son insensatos, desleales, insensibles, despiadados. Saben bien que, según el justo decreto de Dios, quienes practican tales cosas merecen la muerte; sin embargo, no sólo siguen practicándolas sino que incluso aprueban a quienes las practican. (Romanos 1:28-32) NVI
Al leer estos versos de la epístola del apóstol San Pablo a los Romanos, no puedo dejar de pensar en las noticias actuales que estoy leyendo en el internet.
Hoy leía sobre unos jóvenes en mi país que fueron apresados luego de comprobarse que tenían la práctica de ahorcar y apuñalar personas, entre los cuales se encontraban taxistas. Los apuñalaban y se drogaban mientras veían la sangre correr por el cuerpo de sus víctimas, y luego, para concluir tan fenomenal acto, tenían relaciones sexuales con sus novios. Su objetivo era robar a sus víctimas para poder comprar drogas y pagar por las orgías que sostenían en distintos moteles de nuestro país.
También leía recientemente sobre Amy Bishop, una profesora de biología de la Universidad de Alabama, quien mató a tiros a tres profesores compañeros de trabajo, luego de que no recibiera el ascenso que esperaba en su lugar de trabajo. Veinte años atrás, Amy había asesinado a su hermano con un balazo en el pecho, pero la habían dejado libre porque se entendió en ese momento que fue un accidente. Este último caso se está revisando nuevamente luego de sus últimos asesinatos.
Otro caso que leí recién y que me llenó de dolor, fue el de Phoebe Prince, una chica de 15 de edad que se suicidó el pasado 14 de Enero en Massachusetts colgándose de la escalera donde vivía, luego de haberse cansado de los constantes abusos verbales, amenazas físicas y burlas, que recibía de sus compañeros de la escuela. Luego de su muerte, muchos comentarios crueles fueron puestos en su sitio de Facebook. En estos momentos la fiscalía de los Estados Unidos está acusando a seis jóvenes por entenderse que sus actuaciones contra la joven la llevaron al suicidio.
¿Pero por qué existe todo esto? ¿Cómo es posible que personas tengan dentro de ellas tanta maldad para hacerle daño a otros seres humanos? ¿Cómo pueden reírse luego de sus acciones y burlarse tan cruelmente de sus víctimas?
Puedo encontrar respuesta a estas preguntas al leer el verso 28 del primer capítulo de Rómanos:
“Además, como estimaron que no valía la pena tomar en cuenta el conocimiento de Dios, él a su vez los entregó a la depravación mental, para que hicieran lo que no debían hacer.”
Nuestra sociedad ha decidido ignorar a Dios. No queremos que EL nos dicte como debemos vivir. Para nuestra sociedad postmoderna no vale la pena meditar en Dios y en su Palabra. Lo hemos sacado de nuestras escuelas, universidades, trabajos, familia y demás. Encontramos a Dios aburrido. Encontramos su Palabra (La Biblia) aburrida. Preferimos seguir viviendo satisfaciendo las demandas de nuestros propios deseos y egos, antes de rendir nuestros corazones a un rey que no seamos nosotros. No queremos ley!. No queremos su ley!
Entonces, he aquí las consecuencias que estamos pagando:
“Se han llenado de toda clase de maldad, perversidad, avaricia y depravación. Están repletos de envidia, homicidios, disensiones, engaño y malicia. Son chismosos, calumniadores, enemigos de Dios, insolentes, soberbios y arrogantes; se ingenian maldades; se rebelan contra sus padres; son insensatos, desleales, insensibles, despiadados. Saben bien que, según el justo decreto de Dios, quienes practican tales cosas merecen la muerte; sin embargo, no sólo siguen practicándolas sino que incluso aprueban a quienes las practican.”
Entonces, te pregunto, ¿Hasta cuándo seguiremos ignorando a Dios?
“Por eso Dios los entregó a los malos deseos de sus corazones, que conducen a la impureza sexual, de modo que degradaron sus cuerpos los unos con los otros. Cambiaron la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a los seres creados antes que al Creador, quien es bendito por siempre. Amén.
Por tanto, Dios los entregó a pasiones vergonzosas. En efecto, las mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza. Así mismo los hombres dejaron las relaciones naturales con la mujer y se encendieron en pasiones lujuriosas los unos con los otros. Hombres con hombres cometieron actos indecentes, y en sí mismos recibieron el castigo que merecía su perversión.”
Romanos 1:24-27 (Nueva Versión Internacional)
Luego de la noticia hecha pública por el mismo Ricky Martin de que era homosexual y que daba gracias a Dios y la vida por ello, muchos son los que lo han condenado.
Pero te pregunto en esta mañana: ¿Has orado por Ricky Martin hoy?, de hecho, ¿Has orado por todos los homosexuales y lesbianas que existen en nuestro planeta tierra para que Dios les abra los ojos a SU verdad y puedan renunciar por completo al pecado que les ata para vivir entregados a Dios para siempre?
¿Sabías que Dios nos ha dejado en esta tierra para alcanzar a estas personas por medio de la predicación del evangelio de Jesucristo?
¿Sabías que Jesús murió en la cruz no solo por tus pecados y los míos, sino también por los de ellos?
Imagínate por un momento como eras tú antes de venir a los pies de Cristo. Piensa en todas esas cosas pecaminosas que pensabas y hacías antes de que el te rescatara. Ahora pregúntate si tú eras digno de que Dios se acercara a ti y te salvara.
Al recordar que no somos dignos de nuestra salvación, y que somos tan pecadores como Ricky Martin, saquemos un momento en esta mañana para orar por su salvación y la salvación de todos los homosexuales y lesbianas del mundo.
Oración:
Padre, ¿Quién soy yo para que pensaras en mi? sin embargo, miraste mi vida con toda su vileza y aún así decidiste entregar a tu hijo por mí. Padre, mira cuantos homosexuales y lesbianas existen en nuestro planeta. Mira cuantas personas creen que la satisfacción de la vida se encuentra en el placer sexual. Dios, abre sus ojos a tu verdad. Muéstrales que Jesus es Dios encarnado, y que el pagó el precio por la libertad del poder del pecado sobre sus vidas. Muéstrales cuanto les amas.
En el nombre de tu hijo amado,
Amén.
Y él (Isaac) le dijo:
Vino tu hermano con engaño, y tomó tu bendición.
Y Esaú respondió:
Bien llamaron su nombre Jacob, pues ya me ha suplantado dos veces:
se apoderó de mi primogenitura, y he aquí ahora ha tomado mi bendición.
(Gn. 27.35-36a,b)A las 21 horas del 24 de febrero del 2000 fue ejecutada por inyección letal Betty Lou Beets, una abuela de 62 años, condenada por asesinar a su quinto marido y enterrar el cadáver en el jardin. En esa misma semana fue muerto Anthony Braden Bryan condenado por asesinar a un guardia de seguridad y Melvin Sims por matar un policía. Estas personas habrán pasado a la historia por tener historias que todos quisiéramos olvidar. Son existencias "grises", despintadas y desesperanzadas. Sus vidas son las sumas de continuos errores que finalmente acaban con ellos mismos. Velma Barfield fue otra mujer condenada a muerte en 1986 por asesinato. Muy poco antes de morir escribió: “Quiero que quede claro que no culpo a las drogas por mis crímenes. Tampoco le echo la culpa a mi problemática niñez ni a los problemas matrimoniales con Thomas, mi esposo. Alguien me dijo: Velma, tú tienes mucho dolor y mucha ira y nunca has podido hallar alivio. Siempre la reprimiste y eso era como una bomba de tiempo. Finalmente la bomba explotó. Tal vez tenía razón. No lo sé. Yo asumo la responsabilidad de todo el mal que hice. Sé que esas cosas influyeron en mí, pero son mis pecados y mis crímenes”. Existen muchas razones y circunstancias para vivir una existencia gris, pero al final de todas ellas siempre nos encontraremos con nuestra propia responsabilidad. Son pocos los que tienen que pagar con su vida de la manera dramática en que lo tuvieron que hacer las personas que mencionamos, pero de lo que si estamos seguros es que no habrá nadie que escape de pagar el precio por sus propias decisiones.
Jacob fue en buena parte de su vida un hombre grisáceo. Se aprovechó del hambre de su hermano para comprarle la primogenitura, tuvo que salir huyendo después de engañar a su padre y sacarle la bendición. Luego, nos encontraremos con un Jacob que tendrá que pasar muchos años de trabajo en búsqueda de su propia independencia. Mal hubiera terminado si no fuera porque el Señor se interpuso en su huida y le dio un toque de esperanza: "He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por donde quiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho" (Gn.28.15). En la Biblia encontramos muchos hombres con existencias desteñidas que destilan angustia y desesperanza. En los Evangelios observamos los encuentros de muchas personas grises con el Señor Jesucristo, que luego de toparse con el Señor les fueron devueltos los tonos multicolores de una existencia que vale la pena vivirse. Aprenderemos hoy de lo que el Señor hizo con un par de ello.
Nuestro Señor Jesucristo estaba al final de su ministerio, iba camino a Jerusalén, una de las paradas era la ciudad de Jericó. Esta ciudad se encontraba a 25 kms. de Jerusalén. Era de una fertilidad insuperable. Marco Antonio se la regaló a Cleopatra como prueba de amor. Se le conocía como “Ciudad de las Palmas” y fue la ciudad de Herodes el Grande. Su hijo Arquelao se hizo también allí un Palacio y Josefo la describe como la parte más rica del país. No sólo era fértil, sino que tenía unos preciosos jardines (de allí su nombre: “La Perfumada”). Además era ruta principal de las caravanas de Damasco y Arabia. Era un precioso lugar de paso hacia Jerusalén, adonde se dirigía Jesús.
En esta hermosa ciudad habían dos ciegos. Uno de ellos es conocido en otro evangelio como Bartimeo, hijo de Timeo. Por su nombre podemos inferir que gozaba de cierto nivel pero, seguramente, su ceguera le había hecho perder todos sus privilegios. El y su compañero ya no podían disfrutar de la belleza de su región y según se nos comenta ellos estaban sentados a las afueras de la ciudad, lejos de la vida y el movimiento de los que realmente si importaban en Jericó. Nada del progreso y la belleza que los rodeaban los podía cautivar. Vivían su propia y solitaria calamidad (así como muchos grises de nuestro tiempo): Estaban ciegos, solos y en bancarrota (mendigando por su sustento). Ni en el corto, ni en el largo plazo había posibilidad de devolverle el color a su triste existencia.
Cuando una persona vive una experiencia gris sueña con que su vida comenzará en algún momento más adelante cuando los obstáculos hayan terminado, cuando el infortunio se quede en el olvido o cuando de una manera mágica podamos dejar atrás los resultados de todos nuestros errores. Pero la realidad es que la vida empieza a cambiar cuando aceptamos el momento en donde estamos y desde allí empezamos a trabajar.
Bartimeo y su compañero descubren lo que sería talvez su última esperanza de su vida: "Y dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!" (Mt.20.30). Escuchan la multitud y no se quedan tranquilo. Otro evangelio nos menciona que Bartimeo preguntó y que la gente le respondió: “Jesús de Nazaret está pasando”. El, desesperado, lanza un grito de auxilio, y su compañero de penurias lo acompaña en su llamada; era lo único y último que podían hacer. Parecía casi imposible una respuesta, pero era mejor que callarse.
Sin embargo, nada es fácil para este par de hombres. Ellos sabían, por experiencia propia, que siempre que hay una puerta que se abre, siempre también hay un ventarrón que la puede cerrar con fuerza; y con el portazo dar por terminada la posibilidad. Jesús no estaba solo, una gran multitud lo acompañaba y lo más seguro era que la gente no les cedían el paso, más bien, los alejaban del maestro. Siempre que nosotros nos planteamos una posibilidad de darle color y oportunidad a nuestra vida, siempre que queremos estar cerca del señor y su poder, siempre hay una multitud que nos aleja del Señor. "No interrumpas al maestro que tiene personas más importantes que atender", "Oye, resígnate y deja de soñar con imposibles", "Tus gritos destemplados están fuera de lugar" y cuantas otras cosas más. Pero ellos persistían, no podían dejar
ir al maestro: “Y la gente les reprendió para que se callasen; pero ellos clamaban más, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!" (Mt.20.31).
Perdemos la posibilidad de bendición por falta de persistencia, por temor al “que dirán”. Ellos no llamaban a Jesús por méritos que garanticen la atención y la cercanía con el Maestro de Galilea, sino más bien era una invitación humilde a que Jesús se acerque a ellos, justamente por lo pobres y miserables que eran.
Jesús se detuvo. Como en muchas oportunidades anteriores, deja de lado la multitud zalamera para dirigirse a un hombre o una mujer “gris”. ¿Alguna vez has pensado que Jesús se podría detener por tí? Jesús detuvo su marcha profética para llamar a estos dos hombres sin esperanza. Todo puede esperar cuando el señor escucha un pedido de auxilio, por eso nunca pienses que las cosas van demasiado rápido como para que el Señor no te tome en cuenta. El Señor llama con consideración al indigente. Al parecer los emisarios enviados a buscar a los dos ciegos (según el evangelio de Marcos) usaron las frases que Jesús mismo había utilizado en otras oportunidades: “Ten confianza”, “Ten ánimo” (se lo dijo al paralítico, a la mujer enferma, a los discípulos cuando vieron a Jesús andar sobre el mar), “No temas” (se lo dijo a jairo ante el aviso de la muerte de su hija, a Pedro después de llamarlo como apóstol). El Señor siempre está llamando con palabras de amor, por eso debemos aprender a distinguir el calor de Dios en su amoroso llamado.
Ambos ciegos no dudaron un sólo instante. Aun Bartimeo dejó en el suelo el único bien preciado que le quedaba: su capa. Este era un manto exterior ancho, con el que se cubría por las noches, tal vez el último recuerdo de todas sus glorias pasadas. No dudó en perderlo, nada era más importante que este encuentro crucial con el maestro.
Al llegar donde estaba Jesús, El los sorprende y los dignifica con una pregunta : “...¿Qué queréis que os haga?” (Mt.20.32). En la verbalización de su pedido, los dos ciegos ponen de manifiesto toda su fe: “Ellos le dijeron: Señor, que sean abiertos nuestros ojos” (Mt.20.33). Has pensado alguna vez que el Señor está esperando que te dejes de dar vueltas y vayas directo al grano con tu petición, que seas capaz de verbalizarla, buscando un cambio en medio de tus circunstancias. El Señor quiere que tengamos claridad sobre lo que le vamos a pedir y que cuando le pidamos lo hagamos con fe. Los ciegos le hubieran podido pedir consuelo para sus vidas, paciencia para soportar su desventura, riquezas para enfrentar sus minusvalías y tantos otros anhelos del alma humana. Sin embargo, se fueron por lo más grande, por aquello que era el verdadero anhelo de sus almas: recobrar la visión.
La respuesta de Jesús no se hizo esperar "Entonces Jesús, compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le siguieron" (Mt.20.34). El Señor en su misericordia les concedió la visión pero no sólo eso. En medio de la multitud estas dos personas recobraron la dignidad de ser tratadas como personas dignas de hacer por sí mismos su petición. El Señor conocía y podía observar su minusvalía pero no por eso les perdió el respeto como seres humanos, criaturas de Dios. En Marcos se añade la frase “Vete, tu fe te ha salvado”. Jesús les invita a vivir sus propias vidas. Cuantos de nosotros estamos esperando que los lazos que nos abruman, las cargas que no nos dejan vivir y los dolores que nos mantienen postrados, puedan ser de una vez por todas deshechos y que podamos tener la oportunidad de vivir la vida con la que tanto soñamos. El Señor les regaló la vista y la libertad de vivir sus vidas... ellos "vieron" que la vida era Jesús y decidieron seguirle a él. Dejaron de ser hombres grises, ahora llevaban los vivos colores de la vida de Cristo.
Tomado de las “Reflexiones Aterrizadas” de José (Pepe) Mendoza, pp. 21,23
Es posible que nunca tengas que trabajar como modelo de la alta costura en Nueva York o en París, pero como cristiano, si tienes que modelar el amor de Dios al mundo. Un modelo viste con el propósito de atraer la atención a la creatividad del diseñador. El modelo exhibe la obra del diseñador, pero es la reputación del diseñador la que está en juego y no la del modelo. De la misma manera, nosotros los cristianos modelamos el amor de Dios, nos percatemos de ello o no. La gente nos observa, y lo que ven, afecta la reputación de Dios. Si declaramos que somos seguidores de Cristo, y vestimos el estilo torcido y mundano respecto a lo que es el amor, arrastramos por el piso el nombre y carácter de nuestro Señor.
Joshua Harris, Le Dije Adiós a las Citas Amorosas, Editorial Unilit (1999), p.65
Quizás algunos se imaginan el cielo como un lugar donde todas las personas que estaban “correctas” celebran el hecho de que llegaron. Pero yo no pienso que será así. Creo que el cielo será un lugar de una hermosa humildad.
Lo chistoso de esto es que no puedo esperar ver este aspecto del cielo, donde podré darme cuenta de manera clara de todas aquellas opiniones, actitudes, ideas y estrategias que yo tuve en esta vida y que estaban simplemente erradas.
Nadie estará orgulloso, ni se jactará. Todos querremos hablar de qué tan equivocados estábamos sobre tantas cosas y lo bueno que fue Dios para con nosotros. Puedo imaginarme a alguien diciendo:
- “En serio, soy la persona más indigna de estar aquí”.
Entonces alguien le responderá:
- “No amigo, tomó más gracia alcanzarme a mí. Tú tienes que escuchar mi historia”
Y diremos:
- “Rey David, no queremos ofenderte, pero ya conocemos tu historia. Deja que otro comparta la suya” (Claro, dejaremos que el nos cuenta la suya nuevamente más tarde).
Al final de cada conversación, todos estaremos de acuerdo en el hecho de que cuando estábamos en la vieja tierra, no entendíamos claramente que tan inmerecida realmente era la gracia. La llamábamos gracia, pero realmente no pensábamos que fue totalmente gracia. Pensábamos que habíamos agregado un poco de algo bueno. De que al menos alguito merecimos. Nos daremos cuenta, para nuestra vergüenza, que confiábamos (en diferentes grados) en nuestro propio intelecto, nuestra moral, lo correcta de nuestra doctrina, y en nuestras actuaciones religiosas, cuando todo fue absolutamente por gracia.
“Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”
(Efesios 2:8-9)
Cada uno de nosotros tendrá mucho porque disculparse. Yo estimo que tomará los primeros diez mil años del cielo para que todos los redimidos de Dios nos pidamos perdón por todas las maneras en que nos juzgamos mutuamente, nos empujamos por una posición, fuimos orgullosos, divisivos y arrogantes entre nosotros mismos. (Claro, esto es un estimado; podría tomarnos los primeros veinte mil años.)
Yo me imagino a Pablo pidiéndole perdón a Bernabé por la división causada por sus diferencias sobre Marcos, y admitiéndole a Marcos como el debió haber estado dispuesto a darle una segunda oportunidad. Y entonces, todos los cristianos de la iglesia de Corinto del primer siglo le dirían a Pablo lo mal que se sentían por el dolor que le causaron a el.
Todas las personas de las iglesias que se dividieron por cosas tan tontas como la música del órgano se abrazarán mutuamente. Los Bautistas y los Presbiterianos se reunirán, y una de las partes tendrá que admitir a la otra que estaban equivocados con respecto al bautismo. Y entonces, la parte que tenía razón, le pedirá perdón a la otra por su orgullo y todos sus comentarios sarcásticos que hicieron. Y entonces no habrá mas partes, y todo será olvidado.
Porque claro, todos estaremos tan felices de perdonarnos mutuamente. Y entonces continuaremos diciendo:
- “Pero Dios uso todo esto para bien. No podíamos verlo en aquel entonces, pero El estaba ahí trabajando en medio de nuestras debilidades y pecados.”
Mientras tanto, debemos esforzarnos por mantener nuestras creencias con una claridad y bondad tal que no nos avergüence cuando estemos en el cielo.
Joshua Harris, Dug Down Deep, Multnomah Books (2010), p.229