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La Contribución Laboral: Más allá de la Oficina

Continuando con la trilogía de escritos de nuestro hermano José Mendoza sobre “el trabajo”, aquí les entrego algunas citas tomadas del tercero de sus escritos titulado “La Contribución Laboral: Más allá de la Oficina. Una Perspectiva Bíblica Olvidada de la Misión Cristiana y el Mundo Laboral”. Si le interesa leer el material completo, por favor déjeme saber para enviarle una copia por correo electrónico.

“Yo simplemente señalo que la cruz debe ser levantada otra vez tanto en el centro de la ciudad como en la torre de una iglesia. Yo estoy reivindicando el hecho de que Jesús no fue crucificado en una catedral entre dos velas, sino en una cruz entre dos ladrones; sobre una pila de basura amontonada de la ciudad; en un cruce de caminos tan cosmopolita que ellos tuvieron que escribir su titulo en hebreo, latín y griego... en una clase de lugar donde los cínicos hablan obscenidades, los ladrones maldicen, y los soldados apuestan. Allí es donde él murió. Y esa es la razón por la que él murió. Y allí es donde los creyentes deberían estar, y es allí donde deberían estar trabajando.

George MacLeod

Mientras más profundamente nosotros entremos al Santuario, así también más profundamente debemos penetrar en el mundo.

L. Floor.

El pueblo del Reino busca primeramente el Reino de Dios y su justicia; los religiosos usualmente ponen el trabajo de la iglesia por sobre las preocupaciones por justicia, misericordia y verdad. Los religiosos piensan acerca de cómo llevar más gente a la iglesia; el pueblo del reino piensa como llevar a la iglesia al mundo. A los religiosos les preocupa que el mundo pueda cambiar a la iglesia; el pueblo del Reino trabaja para ver a la iglesia cambiando al mundo.

Howard Snyder

Nosotros hemos sido formados tradicionalmente bajo la dicotomía entre lo profano y lo sagrado. Los sufrimientos de la sociedad y la falta de esperanza en los sistemas políticosociales de Latinoamérica han servido para generar una profunda separación entre lo que la gente hace y cree en la iglesia y lo que hace y piensa en el mundo. Las “cosas” del mundo aparentemente no tienen esperanza y deben darles la espalda a ellas. Lo sagrado o celestial debe ser fortalecido, pero sin que tenga contacto con la vida mundana para no contaminarse con la corrupción imperante. Esta fuerte separación teológica nos obliga a terminar percibiendo nuestra participación en el mundo sólo a través del buen testimonio, la adoración pública y la evangelización verbal. Tendemos a que nuestros discursos religiosos habituales sean ajenos a las circunstancias por temor a “secularizarlos,” quitándonos la posibilidad de ser bendición justamente allí ‘donde las papas queman’. Nos hemos conformado con “declaraciones religiosas” inocuas antes que con “acciones de fe.” Aunque parece estar fuera del ámbito de lo “sagrado”, el trabajo ha sido y continuará siendo una condición fundamental de la integridad de la existencia humana.

José Mendoza

Una de las cosas que más me preocupan dentro de la Iglesia Cristiana en América Latina es su agenda tan extraña y separada de la realidad. Como Iglesia, nosotros hemos estado casi totalmente ausentes en los momentos más dramáticos, dolorosos, y controversiales de nuestra historia reciente. La base teológica de este problema radica en la visión dualista de una realidad en la que no convergen la espiritualidad con la realidad. Como resultado, las enseñanzas de la iglesia no están relacionadas con los difíciles momentos que el pueblo Latinoamericano atraviesa, sino con una visión más periférica y sumida en asuntos religiosos que tímidamente intentan ofrecer una alternativa de vida. Esta dicotomía sacro-secular promueve un Evangelio demasiado individualista que refuerza la idea de una muy privada y excluyente relación con Dios. Las responsabilidades comunitarias o sociales son vistas como un compromiso secundario y hasta peligroso para los creyentes. Algunas organizaciones religiosas tímidamente participan en la agenda del país, pero sólo desde el punto de vista religioso-institucional y con mucha oposición de parte de las iglesias.

José Mendoza

Para nosotros debe estar sumamente claro que no existe ninguna parte de la existencia humana que esté ajena a los intereses de Dios, y, por lo tanto, fuera del servicio Cristiano. El oponernos al mal en este mundo (en todas sus formas evidentes y sutiles) es una obligación interpuesta por nuestra fe, por nuestro encuentro con Dios. Creo que ha llegado el momento en que debemos empezar a desafiar la validez de nuestra espiritualidad no por nuestra satisfacción interior o por nuestras excepcionales experiencias religiosas, pero por nuestro genuino servicio al mundo.

José Mendoza

La “Imago Dei” es un poderoso fundamento teológico que nosotros debemos re-evaluar correcta y permanentemente para evitar errar al blanco. Nosotros no sólo somos siervos de nuestra Iglesia o denominación, pero también siervos de la humanidad entera. Es una verdadera blasfemia permitir que otros seres humanos sean tratados injustamente porque esta actitud deniega el sagrado valor de una persona creada a la imagen e Dios. Seguir al Señor nos obliga a recordar que Dios nos obliga a imitarle y esta imitación nos lleva a actuar con la consideración de Dios. Al mismo tiempo, nuestra comunidad de fe tiene que ser un lugar donde nosotros, y todos los demás, podamos disfrutar de amor y fraternidad.

José Mendoza

Para ser efectivos testigos y sirvientes, nosotros tenemos que estar donde está la gente, esto es, en el mundo del diario vivir, en el centro de trabajo, en la escuela, en la universidad, en los comercios, en el vecindario. Nosotros debemos desarrollar nuestro Cristianismo siguiendo el consejo de Paul Stevens quien dice que, “[Esto tiene que ver con] la posibilidad de santidad para la gente común y corriente en la médula de la vida, justo en el centro de la existencia y no sólo en el calmo perímetro.” El mismo autor nos vuelve a proponer el mismo desafío: “La verdadera espiritualidad es mucho más subversiva que las actividades religiosas. Ésta se mete en el mismo centro de nuestras vidas, empujándonos a encontrar a Dios aquí en la tierra en vez de arriba en el cielo.”

José Mendoza

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