Ahora bien; si por “el Diablo” se entiende un poder opuesto a Dios, y como Dios, existente por toda la eternidad, la respuesta es, desde luego, no. No hay más ser no creado que Dios. Dios no tiene contrario. Ningún ser podría alcanzar una “perfecta maldad” opuesta a la perfecta bondad de Dios, ya que, una vez descartado todo lo bueno (inteligencia, voluntad, memoria, energía, y la existencia misma), no quedaría nada de él.
La pregunta adecuada sería si creo en los diablos. Sí, creo. Es decir, creo en los ángeles, y creo que algunos de ellos, abusando de su libre albedrío, se han enemistado con Dios y, en consecuencia, con nosotros. A estos ángeles podemos llamarles “diablos”. No son de naturaleza diferente que los ángeles buenos, pero su naturaleza es depravada. Diablo es lo contrario que ángel tan solo como un Hombre Malo es contrario a un Hombre Bueno. Satán, el cabecilla o dictador de los diablos, es lo contrario no de Dios, sino del arcángel Miguel.
Creo esto no porque forma parte de mi credo religioso, sino porque es una de mis opiniones. Mi religión no se desmoronaría si se demostrarse que esta opinión es infundada. Hasta que eso ocurra –y es difícil conseguir pruebas negativas-, la mantendré. Me parece que explica muchas cosas. Concuerda con el sentido llano de las Escrituras, con la tradición de la Cristiandad y con las creencias y la mayor parte de los hombres de casi todas las épocas. Y no es incompatible con nada que las ciencias hayan demostrado.
C.S. Lewis, Cartas del Diablo a su Sobrino, Rayo (2006), p.12,13
¿Qué sí creo en el Diablo?
29 de septiembre de 2009
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