Dios el hijo descendió del Cielo. ¿Por qué? Porque había visto tu aflicción y la mía, porque conocía nuestra desdicha, porque vio nuestro pecado y fracaso y nuestra vergüenza. Ha descendido, descendió para liberar, y la única forma de liberar era tomar tus pecados y los míos y cargar con ellos sobre su santo e inmaculado cuerpo en la Cruz del monte Calvario. Allí lo hizo, pago el rescate, llevó a cabo la expiación, Dios está satisfecho, la Ley ha sido satisfecha, el Infierno y Satanás están derrotados y Egipto ha sido vencido. El mar Rojo – camino a Dios y la nueva vida - está abierto. Ahí están el perdón de los pecados, la reconciliación con Dios, el nuevo nacimiento, la nueva fuerza y el nuevo poder y una bendita y eterna esperanza de entrar en el Reino de los Cielos y disfrutar de su leche y miel espirituales en todas las incontables eras de la eternidad. Ese es el mensaje.
Martin Lloyd-Jones, Sermones Evangelísticos, Editorial Peregrino (2003), p.66
El mensaje del Evangelio
1 de septiembre de 2009
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