Continuando con la serie titulada “Como mi pastor estudia la Biblia”, a continuación publicamos los hábitos de lectura y estudio de la Palabra de Dios del pastor José (Pepe) Mendoza. Espero que les sea de bendición.
Desde hace casi 30 años tengo el mismo hábito de lectura devocional que consiste en básicamente leer 3 capítulos del Antiguo Testamento por 2 del Nuevo Testamento de lunes a viernes. Eso permite leer en orden el Antiguo una vez y el Nuevo dos veces en un año. Al leer procuro fijarme en un par de aspectos importantes: En primer lugar, yo marco las divisiones de los párrafos por ideas, personajes, datos generales etc. Con un lápiz hago una línea corta bajo el texto que contiene ideas secundarias y una raya más larga bajo el texto que termina las ideas. Con un lapicero negro delgado marco las palabras o textos principales que llaman mi atención y aquellos en los que considero que el Señor me está hablando de manera particular. También procuro hacer pequeñas notas a los lados (palabras importantes, secuencias, contra-referencias, palabras en idioma original) que me ayuden a entender mejor el pasaje. Procuro no recurrir mucho a comentarios en mi tiempo devocional porque trato de que el Señor me hable desde el texto mismo y sin ayudas.
Hasta hace algunos 10 años atrás, en mi agenda yo escribía los textos que me llamaban más la atención, y les hacía breves notas que luego me servían para reflexionar nuevamente sobre ellos, y algunas veces eran como pequeños bosquejos para compartir con otros o convertirlos luego en sermones y en clases. Con el arribo de las agendas electrónicas ya no lo seguí haciendo (se perdió el placer que produce escribir en el papel). Sin embargo, durante cuatro años hice que esas notas se convirtieran en reflexiones breves que ahora forman un volumen de varios cientos de páginas.
Ya que el Señor me ha concedido el privilegio de ganarme la vida estudiando su Palabra, es que yo trato de que mi tiempo devocional sea muy íntimo y personal. Yo paso todo el día leyendo libros cristianos y teológicos por lo que no los coloco dentro de mis necesidades devocionales. Sin embargo, antes de entrar al ministerio siempre tenía un libro que me acompañaba todo el día (para ir leyéndolo en el "camino"), dos o tres en la mesa de noche (para la lectura nocturna, y que todavía hoy me acompañan) y una buena dosis de libros de referencia (comentarios, teologías sistemáticas y esas cosas) para los momentos de búsqueda de respuestas precisas. Yo también reflexiono mucho con los periódicos (reviso más de media docena por Internet casi diariamente), el cine temático (de lo poco que hay) y la historia (reciente y pasada). Yo aprendí hace mucho que uno de los grandes errores de los cristianos es "saberse todas las respuestas sin haber escuchado nunca las preguntas".
Con el transcurso de los años, el ir y volver una y otra vez a los textos, he ido encontrando riquezas inimaginables que yo reconozco me han sostenido espiritualmente más que cualquier otra actividad en donde he recibido la Palabra de Dios. Los libros han sido inspiradores y clarificadores, las prédicas esclarecedoras y confrontadoras, pero la voz de mi buen Dios hablándome en "lo secreto" ocupará siempre el primer lugar en mi corazón y mi mente.
José (Pepe) Mendoza es peruano. Está felizmente casado con su esposa Erika, y juntos tienen una linda niña de 12 años. En los últimos 20 años ha servido como pastor y maestro en Perú, Chile, Canadá y ahora República Dominicana. Sus grados son bachiller en teología pastoral en Perú, Licenciado en Teología en Chile, una Maestría en Estudios Cristianos con mención en Mundo Laboral en Canadá, y es candidato doctoral en Teología Moral del Oxford Centre for Mission Studies. Estudió Administración de negocios y por unos años trabajó en bancos y desarrolló algunos negocios hasta que entró al ministerio a tiempo completo. Ahora es el director del Instituto Integridad y Sabiduría y uno de los maestros de la Iglesia Bautista Internacional. Finalmente, y lo más importante, es que se considera un Pecador (con P mayúscula y doblemente pecador como su nombre mismo lo indica: PP) al que el Señor salvó por pura gracia y todo lo poco que ha podido hacer, lo ha conseguido por que Él ya lo había preparado de antemano.
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