La gente santa practica buenas obras, no para ganar el favor presente o futuro de Dios, sino como forma de asir aquello para lo cual han sido ellos asidos por Cristo.
Todas las empresas relacionadas con la santidad se corrompen hasta la médula cuando están motivadas, en la forma que sea, por el interés y no por la gratitud. La verdadera raíz principal de la santidad es siempre esa necesidad, estimulada por el Espíritu Santo, de manifestar amor a Dios y a los demás… haciendo lo bueno en agradecimiento al Padre por Jesucristo.
J.I. Packer, El Renacer de la Santidad, Editorial Caribe (1995), p.104
La motivación de nuestra santidad
22 de abril de 2009
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